viernes, 14 de enero de 2011

PEQUEÑAS HISTORIAS NOCTURNAS

Cuando los metros se empiezan a vaciar, las calles se quedan huérfanas de coches y el sonido de las persianas de los comercios suenan una tras otra al caer, entonces empieza la noche, misteriosa, solitaria y silenciosa para algunos y divertida, ruidosa y sin secretos para otros. Las historias se suceden una tras otra como si del día se tratara.

Nueve de la noche, el señor Juan taxista hace cuarenta años, apaga el motor de su viejo taxi una vez estacionado en el garaje de su casa, y calcula la recaudación del día, mientras Miguel, empieza el turno de vigilante en una fábrica de coches de la zona franca esperando que la noche sea tranquila y sin incidencias.

Diez y media, en un restaurante de Barcelona, un grupo de amigos ha quedado para cenar, y entre anécdotas de trabajo, risas y postres una pareja aprovecha para enseñar las fotos del viaje a Nueva York, en otro lugar de la misma ciudad, en un local del barrio del raval, una cola silenciosa espera su turno para cenar, que reparten sin descanso unos voluntarios del centro cívico del barrio.

Once, en un parque del Poblenou, una inexperta pareja de jóvenes se declara su amor incondicional y para toda la vida, mientras en un piso de la avenida de sarria un matrimonio que hace un año celebro su décimo aniversario de boda decide no seguir compartiendo su vida.

Una de la madrugada, una llamada del Hospital del Mar avisa a un padre que su hija ha tenido un accidente de moto, a la misma hora en el mismo hospital un hijo llama a su madre por teléfono para decirle que va a ser abuela en unas horas puesto que su mujer ha roto aguas.

Tres de la madrugada unos jóvenes salen de un bar musical de la calle Balmes y deciden ir a una discoteca de la zona alta de la ciudad, mientras otro grupo de jóvenes prefieren fumarse el ultimo “piti” y marcharse para casa.

Cinco de la mañana en el barrio de la Verneda, Pedro abre la persiana de su panadería, para que a las siete de la mañana, Javi pueda servir esos estupendos cruasanes en su cafetería y que a las ocho, Mercedes pueda comprar el pan para hacer los bocatas de Alejandro y Fernando, que a las nueve entran el cole “La Caixa”.

Durante el día, las historias seguirán sucediendo una tras otra sin parar, y seguramente serán similares a las de la noche, porque en definitiva quien decide lo que sucede, no es el sol o la luna si no la propias vivencias de las personas.

1 comentario: